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A SIVAK SE LE ESCAPÓ
A veinticinco años del escándalo del diputrucho -que ahora son treinta -, el editor recrea la historia convencido de que las lecciones aprendidas no hay que olvidarlas. Por eso lamenta al final, con defraudación y cierto malestar, que Martín Sivak con sus libros sobre Clarín no haya dicho nada. Nada. No hay excusa que lo explique.
Por Armando Vidal
El 26 de marzo de 1992, a las 16.30, un hombre bien vestido, de años gastados, levantó una mano y votó una ley en la Cámara de Diputados de la Nación, aventura que salió mal porque lo vieron y lo agarraron. Era la privatización de Gas del Estado, una de las joyas de la abuela. Votada como correspondía a la semana siguiente del bochorno, la Cámara creó una comisión investigadora para cubrir las apariencias que meses después, como no podía ser de otra manera, confirmó la denuncia.
Los treinta años del escándalo del diputrucho obligan a un repaso de lo sucedido y publicado en su momento, incluyendo este relato de una intimidad en el diario Clarín, el de la mejor cobertura del episodio y de todo lo que pasaría. Fue el 26 de marzo de 1992 y no hay que olvidarlo. (1)