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YABRAN, DIEZ AÑOS DESPUÉS
Iluminado, acorralado, sentenciado por la opinión pública, el 20 de mayo de 1998 el poderoso empresario Alfredo Yabrán se encierra en el baño de su estancia de Entre Ríos, lleva una escopeta a su boca y se dispara. Drástico modo de escapar a la Justicia que le seguía los pasos. Fue el final del hombre de aquella foto que fue tapa de la revista Noticias del 3 de marzo de 1996 y que le costaría la vida a José Luis Cabezas en enero siguiente. Esta nota recuerda los hechos a diez años de la última decisión de Yabrán.
Por Patricia Blanco Fernández
Los deseos de Alfredo Yabrán, de permanecer en el más oscuro anonimato, lo sentenciaron como una maldición: el empresario se suicidó el 20 de mayo de 1998 cuando iba a ser arrestado por el crimen del fotógrafo que logró mostrarlo en la tapa de una revista y hoy, a diez años de esa muerte aún resistida, su sombra sigue rondando los misterios del poder y los negocios argentinos.
Nunca se logró esclarecer sus vinculaciones con la mafia del oro, el tráfico de armas o sus negocios con la droga; hasta en tren de armar hipótesis, los investigadores del escándalo por la valija que trajo en agosto pasado el venezolano Guido Antonini Wilson, barajaron redes entre los "residuos" de Yabrán y el expediente que salpica las relaciones con Caracas y Washington.
Pero las dudas sólo dejaron dudas y muchas de ellas no tomaron forma de imputación en la Justicia. Sólo se sumaron a la lluvia de sospechas que supo cosechar Yabrán y su misterio. La única acusación formal que tuvo Yabrán lo llevó a pegarse un tiro con una escopeta dentro del baño de la estancia San Ignacio, de Gualeguaychú, en la tarde del 20 de mayo de 1998.
Fue después de cinco días de estar prófugo, cuando la Policía había cruzado la tranquera para arrestarlo como presunto instigador del crimen del fotógrafo José Luis Cabezas. Hasta en su muerte sembró el misterio: se disparó un tiro en la boca con una perdigonada de escopeta, que le desfiguró la cara. Pero además el propio empresario quiso dar fe de su muerte con cartas de suicidio en las que, en una nueva forma de secreto a develar, designó a su sucesor con iniciales: H.C. Era Héctor Colella, el heredero de sus bienes y en quien muchos creyeron ver a un testaferro de sus propiedades.
Así, Yabrán no hizo más que reforzar la convicción popular que su desaparición había sido un montaje para lograr escapar impune y seguir viviendo en las sombras. Si hasta se creó un virus informático que se mandaba con el título "Yabrán está vivo". "Don Alfredo" tenía 53 años y era uno de los hombres más poderosos de la Argentina: sus empresas alcanzaban el transporte de correspondencia y caudales, a los aeropuertos, a los documentos de identidad, a los depósitos fiscales aduaneros y a los free shops.
Aunque desde 1991 Estados Unidos lo vigilaba con recelo al sospechar de eventuales vinculaciones con el narcotráfico, fue recién el 23 de agosto de 1995 cuando Domingo Cavallo, entonces ministro de Economía del gobierno menemista, puso su nombre en el candelero cuando denunció en el Congreso que había "mafias enquistadas en el poder" cuando se analizaba la privatización del Correo.
Ese nombre y apellido recién tomó cuerpo el 3 de marzo de 1996 en la tapa de la revista Noticias: el empresario caminaba anónimamente por las playas de Pinamar junto a su esposa, pero el reportero gráfico José Luis Cabezas había conseguido retratar la imagen del hombre que había dicho "sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente". En la madrugada del 25 de enero de 1997, Cabezas salió de trabajar en la fiesta que el empresario postal Oscar Andreani, competidor de Yabrán, había dado en Pinamar.
Un grupo de delincuentes conocidos como "Los Horneros" lo golpearon brutalmente y lo secuestraron; con la zona liberada por la Policía de Pinamar, se lo llevaron esposado hasta una cava de General Madariaga donde lo fusilaron y lo calcinaron dentro de un auto. Para los allegados de Cabezas, Yabrán aparecía como el principal sospechoso, mientras el empresario se movía con plasticidad en el poder.
Sus vínculos parecían alcanzar a todas las áreas del Estado. A cinco meses del crimen y días después de declarar ante la justicia de Dolores, Alfredo Yabrán entraba a la Casa Rosada para ser recibido por los hombres de Carlos Menem, mientras los investigadores de la Policía Bonaerense detectaban en el Excalibur los llamados del empresario a los funcionarios del Gobierno.
Al compás de la declarada guerra entre Menem y el entonces gobernador Eduardo Duhalde -que siempre pensó que le habían tirado el cadáver de Cabezas porque los asesinos pasaron muy cerca de su casa-, la Justicia de Dolores fue encontrando a los sospechosos: "los horneros", el ex policía Gustavo Prellezo y sus hombres, y el custodio de Yabrán, Gregorio Ríos.
Pero fue la confesión de la esposa de Prellezo, la también policía Silvia Belawsky, la que enterró la suerte del empresario telepostal al contar una revelación de su pareja. "¿Vos querés saber la verdad? Yabrán está detrás de todo esto; a Cabezas lo mataron porque Yabrán se molestaba por las fotos y las persecuciones que Cabezas le hacía. Yabrán está detrás de todo esto, Gregorio Ríos y yo trabajamos para él", le habría dicho Prellezo. Esas palabras terminaron de convencer al juez de Dolores, José Luis Macchi, de ordenar la detención, pero el tiro que Yabrán eligió dispararse en el baño de su estancia, cuando llegaban los policías, en la tarde del 20 de mayo de 1998, impidió a la Justicia sentarlo en el banquillo junto a los otros acusados por el homicidio de Cabezas.
Hoy, sólo Prellezo sigue en la cárcel.
Origen: Agencia DyN . La nota está editada con una foto del empresario y textos que señalan: A diez años de su muerte, persiste la sombra de Yabrán "Don Alfredo" tenía 53 años. EEUU lo vigilaba por sus eventuales vinculaciones con el narcotráfico.
Fuente: losandes.com.ar/19/5/08//
